Dicen que toda carta de ventas tiene que empezar con un titular potente.

Uno que te enganche, que capte tu atención y te haga seguir leyendo.

Esto puede que sea cierto, es más, hay mucho de cierto. Pero en esta carta no hay ningún titular.

Tampoco una oferta por ser tú, ni porque tengo muchas ganas de ayudarte, ni una promesa de algún tipo para ti.

La realidad es, que tú y yo somos desconocidos, y te hablaré con respeto. Ya sabes, como si nos conociéramos y fuéramos amigos o, como si nos cayéramos bien.

Pero lo que sí encontrarás en esta carta (de ventas) es una historia de cuando yo tenía 19 años y arrastraba un trauma infantil, si la entiendes, al margen de que busques un hipnoterapeuta o no lo busques, es casi seguro que te ayuda a entender tu ansiedad.

Y si aplicas lo que enseña esa historia, puede que ni me necesites a mí ni a ningún hipnoterapeuta para solucionar tu ansiedad para siempre.

Pero, antes, debo ponerte en situación.

Verás…

Hay dos tipos de hipnoterapeutas, los que son muy buenos y todos los demás.

Los hipnoterapeutas muy buenos son capaces de saber de una manera nítida y meridiana, lo que el subconsciente de cada persona necesita escuchar. Sólo te compensa trabajar con alguno de los primeros.

No tengo ni la menor idea de si sabrías distinguirlos, pero te será más fácil si te pongo este ejemplo… Un hipnoterapeuta de producción en línea, con vete a saber que curso y con certificaciones de producción en masa (pagar y lista la certificación), pensará que solucionar tu ansiedad será cuestión de hacerte volar a tu pasado y revivir tus traumas para que así los superes…

Un hipnoterapeuta de verdad, sabrá que esa mierda no funciona, ni funcionó, ni funcionará y entonces hará cosas útiles, creativas y diferentes para cada cliente, cosas con el potencial real de solucionar el problema. Cosas como preguntas profundas (dependiendo del caso), como: «¿Es necesario que el recuerdo de esa persona/situación/hecho/catástrofe/divorcio/muerte/operación/(rellena tú al gusto)…, te mantenga en ese estado permanente?

Eso, sí funciona (para algunas personas, otras necesitan otras creatividades), lo otro no funciona con ninguna. La gente, normalmente, cuando quiere contratar un hipnoterapeuta, cuando le da vueltas a la idea de que alguien le ayude a dejar de sentirse como se siente y a librarse de esos síntomas, lo que hace es una investigación.

Entonces mira vídeos aburridos que no sirven de nada con…

• Terapia regresiva.
Muchos hipnoterapeutas (los muy buenos no) creen que en hipnosis se puede acceder a una memoria perfecta y así revivir el pasado y superarlo y bla, bla, bla. La realidad, demostrada científicamente, es que de eso nada de nada. Está probado que nuestra memoria es tan mentirosa con hipnosis como sin hipnosis.

Porque si hay alguien que te miente a menudo en tu vida, esa es tu memoria, que rellena huecos con cosas creíbles. Punto final.

Presta atención, porque mi trabajo NO es para ti, si no estás dispuesto a salir de tu zona de confort. Pues muy bien. En este punto de la lectura ya me deberías estar entendiendo. Quiero decir, que si no sabes de lo que te hablo y has aterrizado por casualidad, no deberías contratar a ningún hipnoterapeuta, y a mí tampoco.

De momento, no te lo aconsejo. Aunque lógicamente puedes hacer con esa información lo que te parezca. Pero si tienes ansiedad crónica, una cosa que es muy importante saber, es que la ansiedad te la provocas tú.

Sí tú y sólo tú. Y esto es clave para que puedas superar tu ansiedad para siempre y un día.

C-L-A-V-E.

No hay duda al respecto. La interpretación que hagas de las emociones que te bombardean es lo que te va a enterrar en ansiedad de por vida, o no.

Da igual lo mal que lo hayas pasado, da igual. Da igual tu historia pasada, da igual. Deja ese diálogo de compadecerte y sal de tu zona de confort. Y antes de que te indignes y quieras acampar en la puerta de mi casa, hay una cosa que no admite discusión:

• Si tienes ansiedad y no estás dispuesto a cambiar, seguirás estando muy jodido durante mucho tiempo.

• Si tienes ansiedad y buscas cambiar lo que te hace estar así. Todo bien.

• Si tienes ansiedad y vas probando esto y aquello y estás convencido de que nada puede ayudarte, y luego lo vas contando por ahí para dar pena o para lo que sea, ahorra dinero, no contrates a ningún hipnoterapeuta, ni a mi tampoco.

Y como no sé lo que pides tú para trabajar o colaborar con alguien te voy a decir lo que pido yo.

Pido dos cosas. No una cosa.

Pido dos.

La primera cosa es que me gusta la gente que tiene cojones. Da igual si eres hombre o mujer. Si necesitas más géneros que esos dos, ya te digo que no me contrates y puedes dejar de seguirme o puedes seguir siguiéndome, eso es cosa tuya, en realidad.

No trabajo con gente que no cree que pueda librarse de lo que le pasa, ni con los que lloriquean por la esquinas porque a los demás les va mejor o tonterías de ésas.

Esto es la vida de los adultos, no la guardería (sólo trabajo con adultos con cerebro).

O sea, tienes que tener cojones y un cerebro en propiedad permanente que te permita pensar por ti mismo.

La segunda cosa es que entiendas esta breve historia, la que te contaba al principio de cuando tenía 19 años y arrastraba un trauma de la infancia.

La cuestión es que a mis 10 años, un sábado cualquiera se casaba mi tío Antonio. Pero a mi, el día anterior, me entró un dolor de estómago terrible. Así que mi madre me llevó al médico y tras presionarme muchas veces en la zona, el dictamen fue que tenía un cólico de apendicitis.

No recuerdo, el qué o el cómo aquello me traumó. Ya sabes, los traumas son así. Puede que fuera alguna historia catastrofista de algún adulto, en plan: Fulano casi la palma de eso, a no se quién se le hizo una peritonitis y gracias al médico del pueblo no se murió…

No tengo ni idea. Lo que sí sé, es que me «recetaron» que me pusiera hielo en la zona si me dolía y así lo hice. Durante años. Sí, durante años, como un imbécil.

Que notaba una molestia en el estómago, hielo que te crió. Que me parecía que me iba a doler, pues más hielo. Así hasta los 19 años.

¿Te lo puedes creer? Pues creetelo, porque así fue. Hasta que un día (con 19 años), me dí cuenta de que aquello era una especie de paranoia mía y que ya era hora de hacer algo.

Claro, no puedes controlar lo que te viene a la mente (¡Ponte hielo o te morirás!), pero sí que puedes hacerle frente y llevarle la contraria.

Y eso hice, llevarle la contraria al impulso de ir a por hielo. En lugar de eso, me distraía con lo que fuera. Y por supuesto por el camino hubo dudas, pero no estaba dispuesto a seguir cediendo a aquel temor subconsciente.

No sé cuánto tiempo pasó, supongo que unos meses, pero lo que sí sé, es que 2 años más tarde ni me acordaba de aquello. Algo que me había acompañado durante 9 años, desapareció de mi pensamiento habitual y no sólo eso.

Además, cuando años más tarde aparecía un dolor de estómago, ni se me pasaba por la cabeza que pudiera ser apendicitis.

¿Qué lección tienes que aprender de esto?

Es muy importante entender esta historia para poder salir de la ansiedad. Hay que aprender una lección muy simple, que es la de que cualquier pensamiento recurrente, llega a nosotros por puro hábito y por pura disponibilidad.

Y como llegan por hábito y disponibilidad, se pueden borrar, eliminar, suprimir, desmitificar, desvincular o incluso destruir.

Le pasa a todo el mundo en el lado positivo de la baraja. Verás.

Pongamos que te gusta el pádel o cualquier otro deporte, o cualquier afición. Por hábito y disponibilidad te llegarán ideas de golpes nuevos, pensarás en comprar esta u otra pala, en jugar contra no se quien y ganarle por paliza…

Le pasa a todo el mundo con algo positivo y como es positivo pues genial, pero funciona igual con lo negativo.

¿Dónde está la magia?

Si dejas de jugar al pádel (o a lo que sea que juegues o practiques o…) durante mucho tiempo. Porque te cambió la vida, porque te hiciste adulto, porque te dejó tu novio, porque casi te mueres, por lo que sea, esos pensamientos recurrentes hacia el pádel desaparecerán. Igual que me pasó a mí con los hielos y años después con la caza.

Muerto el hábito y muerta la disponibilidad, muertos los pensamientos.

Ahora, quiero que sepas que, si vamos a trabajar juntos, voy a estudiar tu caso, tus síntomas y a ti mismo y tu me harás caso, no sólo en las sesiones, sino en todo lo demás, porque habrá más.

Y me harás caso porque seguir haciéndolo a tu forma no te ha dado resultado y no lo hará si sigues en esa línea.

Si tú contratas a un hipnoterapeuta, o confías en él o no lo contrates, no tires dinero.

Bueno, quizá te estés llevando una imagen arrogante de mí, puede que a veces lo sea un poco. Pero me tengo por una persona educada y con mucha capacidad de escucha, pero que tiene una obsesión sana, una que tiene mucha gente.

No me gusta perder el tiempo.

Entonces debes saber que, si me vas a contratar, mis servicios no son del todo a cien de la hipnoterapia de mercadillo y que, además, me harás caso.

Contratarme cada día será menos barato y más difícil, y en un tiempo no habrá posibilidad de contratarme.

Y también debes saber que para trabajar conmigo deberás pagar el 100 por cien por adelantado. Luego, tendremos una videollamada para que me pongas al día.

No trabajo si no cobro.

Nunca.

Con nadie.

Yo mismo soy de los que contrata a un profesional y no tengo problema en pagar por adelantado (no entiendo que pueda ser de otro modo pedirle a alguien que me dedique su valioso tiempo).

Esto hay gente que lo entiende y gente que no. No hace falta discutir, pero no es negociable, y sólo trabajo con gente que lo entiende.

Dicho todo esto, si te interesa trabajar conmigo te adelanto el precio de mi servicio contra la ansiedad:

2.000€

Nunca hay promociones, descuentos o rebajas. El precio sólo sube.

Puedes escribir a mi Whatsapp ahora y te diré si tengo hueco para ti.

Mi Whatsapp aquí.

Espero que pases un gran día:

Sergio Álava