Adolescentes y sociabilidad

¿Tienes un adolescente con problemas para sociabilizar?

Primero de todo quiero dejar claro que aquí no hacemos terapia ni sesiones psicológicas tradicionales. En estas mentorías trabajamos de un modo muy diferente y es uno muy efectivo además de muy concordante con los adolescentes.

Actualmente cada vez más familias se enfrentan a un problema mudo que avanza de forma inexorable y es el de los adolescentes que no se relacionan en persona con otros de su edad. Este tipo de problemas de comportamiento a la larga limitan y excluyen a la persona. 

El inicio suele situarse entre los 10 y los 12 años de edad y, si no se trabaja sobre él, se extiende a la edad adulta.

Mi labor principal en este tipo de casos es mediar entre las dos partes para primero, restaurar la relación y lograr el entendimiento mutuo y segundo, solucionar el problema de un modo ecológico y único, para cada adolescente, y duradero en el tiempo. 

Restaurar la comunicación es importante, por supuesto, pero también lo es no ogobiarles continuamente con preguntas como “¿Por qué no sales?

Por ello, trabajo primero con los padres para entender su enfoque y visión del problema y analizar dónde y por qué están fallando sus intentos de ayudar a su hijo o hija.

Después me reúno con el/la adolescente y focalizo el trabajo en sus intereses, inquietudes y visión del mundo. Con toda la información adapto mi línea de trabajo a su visión del mundo y sus expectativas de futuro, para ofrecerle enfoques y salidas donde socializar sea lógico e interesante para ella o él.

Primera: Evaluación de los padres. Se debe tener claro que todos los adolescentes con este problema pueden ser reconducidos de forma satisfactoria, pero no todos los padres tienen la disposición y la determinación de ayudar a su hijo o hija (aunque digan que sí las tienen). Esta sesión es, además de la toma de contacto con los padres, un filtro discriminador para seleccionar sólo a aquellos que se vayan a implicar al 100% en el proceso. No trabajaré con el resto. Una vez más pagar no es suficiente, necesito mucho más. Necesito determinación y compromiso.

Segunda, tercera y cuarta: Estas sesiones están dedicadas en exclusiva a los adolescentes. En ellas trabajo para entenderles y enfocar la situación del modo más eficiente para cada caso. Son sesiones dinámicas donde, normalmente, caminamos y hablamos por espacios abiertos, centros comerciales y otros espacios sociales. Esto facilita la interacción por su parte y abre posibles horizontes que ellos no valoran hasta ese momento en la medida justa.

Quinta: La última sesión es un trabajo conjunto entre todas las partes, padres, hija/o y yo mismo. En ella desgranamos el proceso realizado y sentamos las bases de colaboración e implicación familiar. Porque realmente la función de la familia es no solo importante, sino determinante. 

Tras las sesiones dejamos una línea de consulta abierta, que puede ser utilizada tanto por los padres como por los hijos.

Por las características propias de este tipo de trabajo, solo realizo las mentorías para adolescentes y sus familias en Madrid, Bilbao, Burgos, Vitoria y Santander.

Frente a esta falta de socialización el mejor consejo posible es tratar de atajarlo lo antes posible.

Esta falta de interés por la socialización ha existido desde siempre en las sociedades occidentales. Lo que ocurre actualmente es que la tecnología y las redes sociales facilitan que más jóvenes caigan en la red de la desocialización cara a cara. Encuentran en estos recursos disponibilidad y facilidad para emplear su tiempo y desatienden la interacción personal.

La falta de habilidades sociales (les ayudo a adquirirlas) es uno de los motivos principales por lo que algunos adolescentes no salen de casa. Pero también puede deberse a falta de tiempo o a que para realizar sus aficiones no necesita salir de casa. 

Por supuesto los padres y madres que advierten el problema han tratado y tratan sin éxito, la mayoría de las veces, de reconducir a sus hijos. Lo que ocurre es complejo de explicar, pero en síntesis es una falta de entendimiento por ambas partes además de falta de adaptación por parte de los padres a la evolución del modelo social.

Los hijos suelen excusarse con frases como: “No me entendéis” y los padres tratan de reconducir al adolescente con prohibiciones de sus conductas y/o hábitos e incluso con obligaciones.

De este modo ambas partes entran en un bucle de falta de entendimiento que no ayudarán en el proceso.