Mail diario

La víbora de la amistad

Mail diario #13

He de decirte que si no me conoces, las serpientes me fascinan. No soy un experto ni herpentólogo, ni mucho menos, pero me fascinan y me relajan mucho (ya te dije que soy un tipo raro de cojones).

La cosa va de lo siguiente:

Era una tarde de primavera y un amigo me llama y me dice que ha disparado a un corzo (cazando) y que no lo encuentra (suele pasar bastante). Que a ver si le puedo acompañar con alguno de mis perros de rastro de sangre. Te dije que tengo perros detectores, pero no te dije lo de los rastreadores.

Presta atención y vuelve a leer el inicio del párrafo anterior: “Un amigo me llama…”

Te puntualizo que para mí la amistad es algo muy serio y dentro de lo que yo llamo amigo, entran no demasiadas personas. Te he dicho que conozco a muchas personas, muchísimas. Pero la inmensa mayoría de esas personas que conozco están en otras categorías que podrían ser: colega, conocido, compañero de… pero no han cruzado la barrera para que yo les considere amigos.

¿Cómo se cruza esa barrera (la mía) y se entra en mi círculo? Pues no tengo ni idea, la verdad. Son cosas que pasan conforme pasa la vida. “Te las dice la vida” (¡joder, me voy a apuntar esa frase! porque me encanta), (mi ego y yo de nuevo).

Un amigo (para mí), es alguien con quien inconscientemente puedes contar. Es alguien que no te juzga y es alguien con quien puedes pasar mucho tiempo sin hablar y ese silencio entre ambos ratifica que el uno está para el otro y viceversa.
No sé ni cómo explicarlo pero para mí es así (hay más características, claro).

De hecho, algunos de mis mejores amigos viven tan lejos que nos vemos entre poco y nada. Lejos como Sevilla, dónde vive Iñigo, o super lejos como Hamburgo, donde vive Pedro. Y para que veas cómo es para mi la amistad, te voy a hablar brevemente de mi amistad con Pedro.

Amistad de más de 20 años, basada en el teléfono. Sí en el teléfono. No nos hemos visto en persona NUNCA, mas que en una videollamada en 2024. Y sí, es mi amigo o yo lo considero así al menos (esto último además de ser verdad, es una estrategia gramatical para que ahora Pedro, al leer esto, se sienta de alguna manera).

Recapitulando. Me llama Fredy y me cuenta lo del corzo. Fredy y yo somos amigos gracias a la caza. La caza me ha dado muchas cosas buenas y he podido conocer a las personas con una profundidad que difícilmente podría haber hecho de otro modo.

Sí, como lo lees. Y la mayoría de las veces para mal. Sí como lo lees. Tal cual actúa una persona con los animales o con sus compañeros de caza, puedes perfectamente  evaluar lo que puedes esperar de esa persona cuando la vida te diga cosas.

De Fredy te puedo decir que no es una persona al uso. ¡Joder! es todo lo contrario que una persona al uso. ¿Y por qué? Primero de todo porque es transparente. Sí, con él no hay medias tintas, ni buenas palabras, para quedar bien. Es directo y claro. Meridianamente claro.

Además es un cazador con mayúsculas. ¿Qué es un cazador con mayúsculas? Pues uno al que la caza entendida como matar animales le importa entre poco y nada. Lo que cuenta para él, es estar en el campo y si es con amigos mejor y da igual lo que pase. Lo importante no es cazar un animal, eso es lo de menos en verdad y por eso la mayoría de veces, se vuelve de vacío. Si entiendes vacío como no haber cazado nada, claro.

Si tu cazas y para ti lo importante es matar animales, cuantos más mejor o cuanto más grandes mejor, no has entendido nada de nada (ahora igual te enfadas) y te lo dice alguien que ya no caza.

Y bueno, podría decirte todo lo que me gusta de Fredy y bla, bla. La cosa es que somos amigos desde hace mucho y sí, gracias a la caza y después por otras muchas cosas. Hemos pasado muchísmas horas juntos y ahora pasamos muy pocas. Pero eso no ha enfriado ni un poco esa amistad, al menos para mí. (Esto último además de ser verdad, es una estrategia gramatical para que ahora Fredy, al leer esto, se sienta de alguna manera).

La cuestión es que quedamos en que cojo a dos perras, las monto en la furgoneta y me voy hasta donde se encontraba Fredy (a casi dos horas de mi casa).

Al llegar, me pone al día y pasamos las cosas a su Land Cruiser porque había que moverse por caminos que la furgoneta no iba a poder gestionar. Todo bien.

Cuando llegamos al sitio donde íbamos a coger la sangre para el rastreo, nos bajamos del coche, abro el portón para que las perras salgan y me pongo a hacer algo que nadie podía hacer por mí. Mear.

Aliviando mi esfínter estaba yo, cuando veo que Clohe, la Schnauzer Gigante se sacude el morro con violencia. Meando que estaba le digo a Fredy (que sabe y controla de serpientes un mundo y medio más que yo):

-¡Mira si eso es un víbora!

-Sí, es una víbora- responde 10 segundos después.

Corro hasta mi perra (tras guardar el pajarito) y veo la mordedura justo detrás de su hocico y percibo que ya se está hinchando. El mundo se para y una cascada de sentimientos tratan aflorar de golpe (mis perros son parte de mi familia, no te pido que lo entiendas), pero consigo detenerlos en parte.

-Le ha picado- le indico a Fredy. -Hay que correr- le digo con palabras y con sentimientos difíciles de explicar que mis ojos graban directamente en los suyos.

Todos en el Land Cruiser de nuevo, empezamos una carrera contra reloj en los más estrictos términos de “carrera”.

Imagina la situación, que sé que tienes una imaginación cojonuda. Zona remota, sin cobertura para llamar al veterinario más cercano (con cobertura todo más fácil, pero ya sabes como es Murphy con sus dichosas leyes). Y a una hora (de una persona normal, conduciendo a un ritmo normal) de Burgos. Todo mal. Todo muy, muy mal.

No te haces una idea, lo que se puede hacer (en términos de pilotaje) con un Land Cruiser de 200 caballos de potencia. Vale que no es el coche ideal, pero es el que había.

Ni Fredy, ni yo olvidaremos nunca ese trayecto, ni las pocas personas que nos vieron pasar por esa carreterucha comarcal (es una zona muy remota), creo que lo olviden fácilmente.

Mientras Fredy pilotaba, yo encontré cobertura y pude buscar una clínica en Burgos. Pude llamarles, contarles lo que había pasado, lo que pesaba la perra (30 kilos) y lo que más o menos nos faltaba para llegar.

Te juro que mientras escribo esto, estoy reviviendo la tensión de aquel tiempo que se me hizo eterno y se me ha puesto la piel de gallina literalmente.

Durante el trayecto no dejaba de mirar a la perra, que parecía ajena a lo que estaba pasando, mientras por las ventanillas el paisaje boscoso pasaba a velocidad de vértigo.

Puede, y sólo puede que ya en Burgos, para llegar antes a la clínica entrásemos en la calle por dirección prohibida.

El personal nos esperaba en la puerta, donde llegue con mi perrina en brazos. Nos informaron de lo que podía pasar y de que las primeras horas serían determinantes.

Sin poder hacer nada más, la dejamos ingresada y pudimos reponernos del chute de adrenalina que ambos llevábamos encima.

-No vamos a poder volver a pasar por esos pueblos con este coche- comentó Fredy.

-Me da igual, había que hacerlo- y no volvimos a hablar del tema pilotaje.

Chloe sobrevivió y pasó a mejor vida cuando su tiempo conmigo se termino por causas naturales. Y no se fue aquel día gracias a la pericia de Fredy que nos permitió llegar en tiempo récord para aplicarle el tratamiento oportuno. Esto no lo digo yo.

-Si llegáis un poco más tarde no lo habría contado- me dijo la veterinaria con cara de preocupación.

Son de esas cosas que ambos recordamos y recordaremos y si un día somos demasiado viejos para recordar, aquí queda escrito.

Lo de qué pasó o no pasó con el corzo que nos llevó a aquella situación puede que te lo cuente otro día, o no.

¿Y por qué te cuento todo esto?

Pues porque soy una persona que se compromete en todo lo que hace. Y sí decides confiar en mi para cambiar lo que sea que necesites cambiar con mi ayuda, emplearé mi rara habilidad para hacerlo me comprometeré contigo como lo hago con mis amigos.

Porque quién sabe, quizás tú y yo terminemos siendo amigos.

Así que si quieres cambiar algo en tu modo de ver el mundo, puedes escribirme a mi Whatsapp o mail y hablarme de tus objetivos.

Buenas noches

Sergio Álava
Sergio Álava

Hipnoterapia y comportamiento

Últimos post

¡Empezamos!
1
💬 ¿Quieres más información?
https://sergioalava.com/wp-content/uploa
¡Hola! 👋
Soy Sergio Álava, hipnoterapeuta comportamental.

💡 ¿Te gustaría conocer más sobre mi método y cómo te puedo ayudar con garantía de resultados?

Escribeme.
Sergio Álava
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.