Mail diario

Si eres policía dime ya lo que ha pasado

Mail diario #8

Hace casi 20 años de esto, pero el recuerdo es como si habría sido ayer.

Era un 16 de noviembre cualquiera y como cualquier 16 noviembre resultó que era el cumpleaños de mi mujer. Como ese día yo tenía que trabajar en Burgos, decidimos que ella se acercara a la capital para comer juntos y celebrar la fecha.

El trayecto desde nuestra localidad es de apenas una hora y quedamos a las 2 del mediodía.

Mi mujer, no es una persona hiper puntual, pero es puntual. Cuando llegó la hora (las 2 del mediodía) y no había llegado empecé a mirar el reloj como un poseso, porque por si no lo sabes soy un obseso de la puntualidad.

Para mí no llegar puntual es faltar al respeto a la otra u otras personas que sí se han molestado de llegar a la hora. Pero matices aparte, sigo con la historia.

Pasó un cuarto de hora y eso ya se salía de lo razonable hasta para mi mujer (5 minutos arriba o abajo, normalmente arriba). Así que la llamé a su móvil.

Al escuchar el tono me tranquilicé en parte, porque sabía que por la carretera que venía hay un trozo de unos 5 kilómetros que no hay cobertura. Así que ya debía de estar o en Burgos o a 5 km de distancia como mucho.

Los tonos sonaron y sonaron, pero no hubo respuesta. Algo normal si va conduciendo. así que esperé un poco más. Diez minutos es lo que podía tardar desde el tramo en que se recupera la cobertura hasta donde yo me encontraba. Pero los 10 minutos pasaron y ella no llegaba. Así que llamé de nuevo.

Tres tonos después un hombre contesta y yo digo: ¿Adriana?

-Adriana no se puede poner en este momento- respondió la voz.

-Si eres policía ¡dime ya lo que ha pasado!- Respondí atando cabos lo más rápido que mi cerebro era capaz.

-Adriana ha tenido un accidente…- no le dejé terminar.

-¿Dónde?

El policía local de Burgos me dio la ubicación. Casualidades de la vida, justo donde se recupera la cobertura.

-¿Ella está bien?- pregunté mientras me subía en el coche.

-Sí está bien, aunque un poco aturdida.

Cinco minutos después llegaba yo al lugar del accidente. Lo primero que se veía era su BMW X5 volcado en la cuneta y al lado una ambulancia. Empecé a caminar buscándola a ella y la veo de la mano de una enfermera o de un médico, no lo recuerdo bien.

Me fijé que tenía un poco de sangre en su oreja izquierda (y eso en esos momentos acojona). Le cogí de la mano y de inmediato me habló en tono tranquilizador exactamente con estas palabras:

-¿Qué haces aquí? No hacía falta que vinieras. Anda vete a casa.

No recuerdo qué respondí, mientras acompañé al personal médico a ayudarles a subirla a la ambulancia. Una vez dentro se gira de nuevo y me dice:

-¿Qué haces aquí? No hacía falta que vinieras. Anda vete a casa.

Miré a los sanitarios e inmediatamente asintieron, para confirmarme que estaba repetitiva. Pero no sólo era repetitivo. Eran las mismas palabras, en el mismo tono y con la misma cadencia exacta. Eso tras ver la sangre que procedía del oído acojona mucho, mucho, muchisisimo.

Ya te he dicho en algún sitio que mi mujer es enfermera de emergencias. Así que puse a trabajar mi cabeza para decidir a quién llamaba primero. La respuesta de mi aturullada mente fue a un ex compañero de ambulancia de ella que ahora era médico intensivista en el hospital de Burgos.

Me cogió el teléfono enseguida. Le dije lo que había pasado y lo que yo había visto. -Estoy de guardia, la recibiré yo en cuanto llegue- me dijo y eso tranquiliza un huevo.

Seguí con la ronda de llamadas (conozco a mucha gente), de modo que para cuando la ambulancia llegó todos sabían qué había pasado, quién era la persona afectada, qué se esperaban encontrar…

No sé si ayudé mucho, poco o nada, pero hice todo lo que vi posible hacer.

Mientras atendían en la ambulancia a la que era mi novia, caminé hacia el camión de bomberos que tapaba el otro coche. Era un Renault Clio Rojo y estaba destruido con su conductor dentro.

-¿Está vivo?- Pregunté dudando al primer policía que pasó a mi lado.

-Sí, están tratando de descarcelarlo, tiene una pierna bastante mal- me aclaró.

Empecé a mirar la escena del accidente y se veía por las frenadas que el Clio había invadido el carril del coche de mi mujer.

-¿Quién ha tenido la culpa?- pregunté con intención.

-No está claro- contestó uno de los dos locales.

Casi me hierve la sangre y visiblemente me puse a hacer fotos desde diferentes ángulos.

-Pues creo que no hace falta ser del CSI para saber que el Clio ha invadido el otro carril y mi novia lo ha intentado esquivar.

No esperé su respuesta y llamé a un amigo de la Comandancia de la Guardia Civil. ¿Te he dicho que conozco mucha gente?

De allí fui al hospital, pero lo realmente interesante ocurrió al mediodía del día siguiente.

Yo fui a visitar a mi novia que seguía en observación porque continuaba con sus diálogos en bucle. Al menos eran bucles distintos. Era como cambiar un disco por otro y repetirlo y repetirlo. Daba miedo, pero menos que el día anterior.

Al entrar en el pasillo, veo salir a dos guardias civiles de atestados que se miraban confundidos el uno al otro. Sin pensarlo dos veces les abordé.

-¿Ocurre algo? Soy el novio de Adriana.

-Bueno, es que nosotros venimos a informarnos por un accidente entre un BMW X5 y un Renault Clio, pero esta señorita dice que ella conducía un Toyota Land Cruiser- contestó uno de ellos sin entender qué hacían allí.

-Bienvenidos a mi nuevo mundo- dije.

Ante su nueva cara de circunstancias les expliqué que el golpe en la cabeza había desordenado ciertos recuerdos, borrado otros y un sin fin de cosas que estaban por venir. Como el X5 lo teníamos hacía sólo 3 meses el golpe lo había borrado de la ecuación y el anterior Toyota había ocupado su lugar.

-Ah bueno, eso lo aclara todo. Ningún problema entonces.

-¿De quién fue la culpa, porque el otro conductor ha dicho que fue ella la que invadió su carril?

La respuesta me encantó: -Puede decir que venía volando en avioneta. La culpa fue de él. Por qué invadió el carril aún no lo sabemos, pero fue él.

Les di las gracias y nos despedimos.

El golpe en la cabeza pasó una factura ligera. Durante semanas se le olvidó hacer Sudokus, aunque los hacía poniendo unos, doses y treses convencida de que estaban bien (eso también daba mucho miedo).

Se le olvidaron personas, conversaciones y experiencias de los últimos 3 meses que jamás volvieron. Pero tuvimos mucha suerte y poco a poco todo volvió a la normalidad o a la normalidad anterior al menos.

El otro conductor, tras el juicio nos pidió perdón por seguir el consejo de su abogado y nos alegramos de verle caminar con normalidad.

 

¿Y por qué te cuento todo esto?

Pues porque has podido sufrir algún trauma o pérdida que aún no hayas superado y quizá pueda ayudarte con esa rara habilidad que tengo.

Así que si quieres que hablemos de ello, puedes escribir a mi Whatsapp o a mi mail y hablarme de tus objetivos.

Tel y Whatsapp: +34 645 17 78 73

Mail personal: sergio.alava@sergioalava.com

 

Buenas noches.

Sergio.

¿Te animas a escribirme a mi Whatsapp?

Buenas noches.

Sergio Álava
Sergio Álava

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