Mail diario

El nieto con ojos de abuela

Mail diario #10

 

El otro día te conté sobre mi despedida de soltero. Y bueno fue de esas despedidas divertidas, donde no perdimos el juicio y tal y al final hubo boda. Vaya si la hubo.

No pude invitar mas que a 250 personas porque el restaurante no tenía más aforo. Así que hubo que filtrar y pulir el listado que pasaba de los 300 (que me parecían imprescindibles). Ya sabes que conozco a bastantes personas y de esto (de la boda) ha llovido como unos 17 años y pico.

Así que si fuera hoy, no sé lo que me saldría de lista, pero rondaría los ¿1.000? Puede que hasta tu estuvieras en la lista ¿quién sabe?

Puedo decir, poniendo la mano en el fuego y sin miedo a equivocarme, que mi abuela paterna, Gela (de Ángela) si quería ir y estar en una boda, esa era la mía.
Si cualquier otra boda le hacía ilusión, la mía lo superaba por goleada.

Porque sí, mi abuela tenía un claro favorito (yo) y además no lo ocultaba (ni un poco) molestase a quien fuese (¿mis primas, mi hermano, mis tíos y tías? ¿Qué sabrán ellos?).

Creo que se puede decir y como lo creo, lo escribo. Mi abuela era muchas cosas, como todos nosotros. Pero tenía dos características que sobresalían o mejor dicho llamaban la atención.

Era machista y sincera a partes iguales.

A ver, no te líes ni te enciendas.

Ser sincera está bien, aunque no estaría de más aplicar algún filtro. Como cuando una vez a mi madre le dijo: -Tu calla que a ti te encontramos en la calle.

Y ser machista para ella era lo normal, como para la mayoría de las abuelas de esa época. Había nacido a principios del siglo XX y era tal y como le habían educado.

Sin entrar en detalles, te digo que yo me beneficié de ello de una forma muy divertida que sigue saliendo en las conversaciones familiares y lo seguirá haciendo y con mucho cariño por parte de todos, porque el recuerdo es entrañable y hay que recordarle como ella era.

Escucharle decir, un sábado o domingo por la mañana, a mis primas:

-Chicas ponerle el desayuno a vuestro primo.

No tenía precio.

Primero porque, aunque eran los 80, a ellas (a mis queridas primas) les hervía la sangre (que entre primos estaba genial) y segundo porque a mis primas les hervía la sangre más aún al hacerlo por no llevarle la contraria a la adorable Gela. Que era más buena que el pan, también te digo (y me lo ha recordado mi prima Bego).

Las anécdotas de favoritismo desproporcionado y sin miramientos, son tantas como días compartimos. Por exagerarlo mucho si yo hubiera afirmado que el sol giraba al rededor de la Tierra, mi abuela habría dicho que el tal Copérnico era un imbécil que no sabía lo que decía (sí es una exageración, o no).

Pues ya sabes, para una lectora del Hola, Semana y demás revistas de la farándula llegaba la boda del año (la mía) y por algún extraño motivo no se anuncia en esas revistas.

Como era mi boda y como me gustan los coches, tiré de amigos y mi entonces novia y casi mujer pudo llegar a la iglesia en un flamante Bentley Mark VI (búscalo si quieres).

Por cierto, se puede decir y por eso lo escribo, que me case (nos casamos) por la iglesia por no darle un disgusto a mi super abuela favorita. Que si yo era el nieto favorito, no iba a ser menos mi abuela. Si no mi mujer habría preferido una boda civil y yo la habría contentado. Pero, estaba la abuela.

Cuando, en aquel maravilloso día, me acerco a abrirle la puerta a mi entonces novia y casi mujer, para que pueda salir del enorme coche, mi abuela le dice a mi ya entonces suegra (una suegra se adquiere mucho antes que una mujer):

-¡Qué guapo esta mi nieto!

A lo que mi suegra, un tanto ofendida (las suegras cuando la cosa va de hijas se ofenden rápido) le replica:

-Hombre, ¡y mi hija!

(Qué novia no va guapa el día de su boda y mi mujer guapa que es y guapísima que iba, pues eso.)

-Ya, pero no como mi nieto- rebate mi abuela con una bola curva difícil de esperar e igualar y cuela el balón por toda la escuadra, sin dejar de mirar a lo realmente importante, a mí y sin escuchar las palabras carentes de importancia y sentido de mi suegra.

Seguramente, si ese día del coche se hubiera bajado otra mujer vestida de blanco, mi abuela no se habría dado ni cuenta.

¡Qué abuela, coño!

He de decir que mi suegra, aún recuerda molesta el comentario de admiración y sin malicia ninguna de mi abuela. Ya sabes lo rencorosa que puede ser una suegra cuando se habla de hijas.

¿Y por qué te cuento todo esto?

Pues porque puede que te hayan hecho de menos o peor, que tu te sientas de menos y eso podemos y tenemos que arreglarlo.

La autoestima es algo necesario para toda persona y si tienes problemas con eso, recuerda que tengo una rara habilidad que podemos usar para ayudarte.

 

Puedes escribirme a mi Whatsapp o mail y hablarme de tus objetivos.

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Mail personal: sergio.alava@sergioalava.com

Buenas noches.

Sergio.

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