Mail diario #4
El año pasado iba de viaje en moto con un amigo. Viaje por campo. Es decir, tocando las menos carreteras posibles y los más caminos posibles. He de decir que los montes de Cuenca me tienen enamorado y en ese enamoramiento iba yo bajando por un pinar. Bajando por un pinar y viendo ovejas. Muchas ovejas.
Kilómetros de bajada y ovejas aquí y allí. No sé de que raza eran, porque yo de ovejas sé lo justo y necesario para pasar la tarde.
Al llegar al valle, donde terminaba el pinar al borde de un cierre con alambre de espino, había un hombre con su pickup y con su vara. Así que deduje que debía de ser el dueño de las ovejas (muy Sherlock yo). Como tenía que esperar a Alex, mi compañero, paré mi moto al lado del hombre.
-Muy buenas, tienes un montón de ovejas ¿eh?
-Seiscientas y pico debe de haber- aclaró con naturalidad el hombre chaparro, fuerte y con la piel curtida, curtida antes de preguntar. -¿Qué andáis haciendo?
Le aclaré que estábamos cruzando España por campo.
-Uy, eso lo he hecho yo andando con las ovejas un montón de veces- se jactó, pero sin darse importancia. Para él eso era normal.
Ya sabes que me gustan las historias. Crearlas, escribirlas, escucharlas, contarlas… Y muchas veces para escuchar historias o relatos, no hay como preguntar. Así que yo pregunto mucho o mejor dicho tengo por costumbre preguntar. Pero no ese preguntar cotilla, porque no soy nada cotilla.
-¿No tienes problemas con el lobo?
-No. En este monte es raro que haya- me aclaró con un brillo en los ojos antes de preguntar. -¿No has visto que algunas tienen un trapo atado al cuello?
Le respondí que sí, porque sí que me había fijado. Pero la verdad no le había dado importancia o sentido. Entonces el hombre se fue a la parte trasera de la ranchera y sacó un bote de suavizante para ropa. Uno muy conocido.
-Se lo robo a la parienta- confesó sonriente. Se lo echo en los trapos una vez al mes y ni rastro de lobo.
No sé la efectividad del método, pero él estaba muy convencido y yo no lo había oído nunca. Así que se lo doy por bueno.
-De todas formas, por si acaso, ahí llevo la ametralladora- señaló al vehículo con la mirada, refiriéndose a algún arma de fuego que no quise ver. Simplemente l e creí.
-Eso te puede meter en un lío- comenté sabiendo que era obvio que el hombre ya lo sabía. -Matar un lobo está muy castigado, además de tener muy mala prensa.
-Bueno, se mata al lobo y si viene alguien detrás se le aplica el mismo procedimiento- dice sin pestañear, sin fanfarronear, sin nada de nada. Un comentario plano de esos que te hacen saber que lo tenía más claro que el agua.
-Hombre, eso te llevaría a la cárcel con «casi» total seguridad- hice la aclaración buscando la réplica, porque sabía que la habría. Pero obtuve la réplica de las réplicas.
-Vas a la cárcel, pero vas agusto y con la conciencia tranquila. Cuando un hombre hace lo que tiene que hacer, no hay problema con las consecuencias.
¿Cómo te quedas? Como nos quedamos Alex y yo supongo. Así que ojo con hacer tonterías cuando puedas tener en frente a alguien con las ideas muy claras. Porque esas ideas pueden ser muy diferentes de las tuyas.
Y ¿por qué te cuento esto? Pues porque, si consideras que tienes comportamientos impulsivos que te llevan a tener problemas, puedo ayudarte con eso. Mediante la hipnosis puedo enseñarte a modificar esos comportamientos, siempre que quieras claro.
Buenas noches.