La cromofobia es un trastorno poco conocido pero que afecta a un número significativo de personas en todo el mundo. Podríamos decir que en porcentajes es tan poco frecuente como el complejo de licea pero más frecuente que otros tipos de fobias.
También conocida como miedo a los colores, la cromofobia se caracteriza por un miedo irracional e intenso a los colores. La cromofobia puede ser general, hacia todos los colores, o específica, hacia colores concretos. En un mundo impregnado de colores, padecer esta fobia puede ser muy limitante. Abrir los ojos cada día al despertar, puede ser todo un reto.
Las personas que padecen de cromofobia pueden experimentar síntomas como sudores fríos, temblores, mareos y ansiedad cuando están expuestas a ciertos colores. Estos síntomas pueden intensificarse en presencia de colores brillantes o llamativos. En algunos casos, la cromofobia también puede estar relacionada con otros trastornos de ansiedad, como el miedo a la sangre. Donde el miedo al color rojo podría trasladarse de una a otra fobia.
La cromofobia es uno de los nombres que significan problemas para quienes la padecen. Esta fobia puede hacer que las personas desarrollen otras fobias como consecuencia de su aversión a ciertos colores.
Por ejemplo, la persona que sufre miedo al blanco, por ejemplo, podrá desarrollar fácilmente miedos o fobias hacia los hospitales, donde es un color muy predominante.
Los colores son una parte fundamental de la vida cotidiana. Están presentes en todo lo que nos rodea, desde la ropa que vestimos hasta los muebles de nuestras casas. Por lo tanto, la cromofobia puede resultar muy limitante, ya que puede hacer que las personas eviten ciertos lugares, objetos o situaciones simplemente porque involucran el uso o la presencia de colores que les resultan incómodos o aterradores.
A pesar de que no se conoce la causa exacta de la cromofobia, se cree que puede estar relacionada con experiencias traumáticas en la infancia, problemas de salud mental subyacentes, o incluso cambios hormonales en el cuerpo. La cromofobia también puede manifestarse en diferentes grados, desde leves molestias hasta trastornos imposibilitantes que afectan la vida diaria.
La importancia biológica de los colores
La biología celular dispone de células que no atraen los colores, así como las que sí lo hacen. Los pigmentos biológicos son sustancias producidas por el organismo diseñadas para absorber un determinado color. Estos colores tienen diferentes objetivos, como pueden ser la integración con el medio, para pasar desapercibidos. También pueden ser adaptaciones biológicas para regular adecuadamente la temperatura.
En otras ocasiones tienen una función llamativa, con objeto de atraer a posibles víctimas o a parejas sexuales por ejemplo.
El color blanco en la naturaleza es frecuente en los ecosistemas polares y poco frecuente en los demás, por ejemplo.
Su contrapartida, el color negro es frecuente en ecosistemas muy cálidos a modo de protección protección contra los rayos del sol.
Por ello, los colores en la naturaleza siempre presentan una función importante, más allá de la ornamental.
La mera presencia de un color, ya sea en una planta o en un depredador, por ejemplo, llevará por norma una respuesta condicionada para el observador. Algunos ejemplares de diversas especies, anuncian su toxicidad a los posibles depredadores con colores muy vistosos y llamativos.
Dentro de la biología celular, las células cromofóbicas son una clasificación de células, que no atraen hematoxilina, y se le relaciona con la cromatolísis, que es un término médico que se refiere a la respuesta de las neuronas tras una lesión.
