Los hábitos que nos definen

Nuestra personalidad está definida y gobernada por hábitos que un día adquirimos y hemos mantenido hasta ahora. En este episodio te explico cómo puedes cambiar los hábitos que sean malos para ti o que ya no te gusten.

El viejo dicho de que Somos animales de costumbres, es mucho más revelador de lo que pueda parecer.

Nuestro subconsciente construye hábitos sobre la mera repetición. Aquello que se repite un número suficiente de veces se convertirá en un hábito y si ese hábito se perpetúa en el tiempo, nuestro organismo se hará adicto a él.

Este proceso se entiende de manera rápida, pero por lo general nos quedamos en la superficie de su aplicación, de su utilidad o de su uso. Entendemos que nos acostemos siempre en el mismo lado de la cama, que nos guardemos el móvil siempre en el mismo bolsillo o que utilicemos el mismo grupo de expresiones de forma habitual.

Todo esto son hábitos y un hábito no requiere de pensamiento consciente, es un automatismo que nuestro subconsciente emplea, para no tener que gastar recursos ni energía cada día en algo que es sumamente previsible. Por tanto los hábitos que seguimos y mantenemos definen nuestra vida, definen nuestro día a día y por supuesto definen nuestra personalidad. Dicho de otro modo somos lo que acostumbramos a hacer y pensar.

La persona deportista tiene hábitos y pensamientos deportivos, la persona resolutiva tiene hábitos y pensamientos resolutivos, la persona agresiva tiene hábitos y pensamientos agresivos, la persona metódica tiene hábitos y pensamientos metódicos, la persona pesimista tiene hábitos y pensamientos pesimistas, la persona depresiva tiene hábitos y pensamientos depresivos, la persona comprensiva tiene hábitos y pensamientos comprensivos y así sucesivamente ¿Ves por dónde voy, verdad?

Todos esos tipos de personas han creado sus hábitos por pura repetición ya que cuando nacieron no eran nada de eso, solo aprendieron a serlo.

Hoy por supuesto, no son personalidades puras en el sentido de que quien sea deportista no será deportista y nada más. Podrá ser además una persona comprensiva y metódica o pesimista y comprensiva, o resolutiva y agresiva y un sin fin de combinaciones posibles relacionadas con sus comportamientos y pensamientos.

Cada uno de esos hábitos mantenidos en su vida generará etiquetas y esas etiquetas definirán a esa persona. Piensa ahora en cualquier persona de tu vida, en tu amiga, en tu pareja, en tu jefe, en tu peluquero, en quien sea y verás como una etiqueta sobresale sobre las demás. Charlatán, sincera, egoísta, metomentodo, cariñosa, amable, educada, responsable, irresponsable, dormilón, nocturno, apática, cotilla, quisquilloso, luchadora, divertida. La lista puede ser interminable. Pero si ahondas más en esa persona aparecerán más y más etiquetas.

Ahora piensa, que exactamente ocurre lo mismo contigo y que puedes cambiar las etiquetas que no te gusten de ti ¿Cómo puedes hacer eso? Pues cambiando tus hábitos y tus pensamientos relacionados con esos hábitos, así de simple. Desecha los hábitos que no te gusten o los que ya no te sirvan o los que ya no encajen contigo y comienza a construir otros nuevos con la ayuda de los pensamientos adecuados.

Por supuesto habrá que dedicarle esfuerzo y energía a todo ello, pero te aseguro que merecerá la pena y el proceso será mucho más rápido de lo que te puedas imaginar. Habrá hábitos que querrán persistir más que otros porque estarán más arraigados y nuestro cuerpo se habrá hecho adicto a ese o a esos comportamientos, por las sustancias que llevan aparejadas.

El por qué de esto es por la química que nuestro cerebro segrega con cada acción. Todas las drogas o neurotransmisores que la farmacia de nuestro organismo es capaz de generar y diseminar por nuestro cuerpo, están relacionadas con nuestro comportamiento y sobre todo con nuestro pensamiento. Algunas de esas drogas son muy potentes y adictivas.
-Histamina
-Dopamina
-Adrenalina
-Serotonina
-Oxitocina y las endorfinas son algunas de ellas y seguro que te suenan mucho.

Claro está que nuestro farmacéutico particular, nuestro cerebro, no las segrega de forma unitaria y aislada, sino que lo hace con combinaciones y dosis muy precisas que pondrán y mantendrán a nuestro cuerpo en uno u otro estado.

La única forma consciente de modificar esas dosificaciones es cambiar nuestro comportamiento y ya de paso nuestro pensamiento.

Para entender esto te pondré un ejemplo generalista. Si tienes un pensamiento temeroso, empiezas a sentir miedo. Dado que el pensamiento es el lenguaje del cerebro y la emoción es el lenguaje del cuerpo y ambos van siempre de la mano y se complementan de forma automática, se construye un bucle sin fin si no tomamos cartas en el asunto.

En el momento en que sientes miedo, esa emoción te influye para que tengas más pensamientos de miedo, y esos pensamientos desencadenan la liberación de aún más sustancias químicas en el cerebro y el cuerpo que te hacen seguir sintiendo más miedo. Lo siguiente que ocurre es que te quedas dentro de un bucle en el que tu pensamiento crea sentimientos y tus sentimientos crean pensamientos.

¿Te has dado cuenta alguna vez de que tu inconsciente siempre, absolutamente siempre tiende a darte la razón? Si por ejemplo sientes un inicio de miedo en la oscuridad y la soledad de tu habitación muy probablemente acudan a ti pensamientos sobre historias de fantasmas u acontecimientos terribles ocurridos por la noche.

Esto es aplicable para cualquier sentimiento, desde la euforia o la alegria hasta la tristeza y la desesperación. Para salir del bucle miedoso de la noche podemos distraer a nuestro cerebro con otro tipo de pensamientos y finalmente quedarnos dormidos. Para salir de la tristeza podremos pensar en cosas alegres y divertidas y lo más importante actuar de forma alegre y divertida. De ese modo retroalimentamos el bucle y se convierte en un proceso más rápido y efectivo.

El otro día comiendo en un restaurante escuché como uno de los comensales de la mesa de detrás le decía a otro: ¡qué lento comes! A lo que el otro respondió: Hace mucho tiempo comía muy rápido, pero decidí aprender a comer más despacio. Ahora no sé comer rápido, de hecho me sienta mal la comida si como rápido, tengo peores digestiones.

Dicho de otro modo, esa persona modificó un aspecto de su personalidad que seguro tuvo repercusiones importantes en otros aspectos de su vida, porque un comportamiento afecta a los demás. Si como esta persona comes de forma pausada y relajada, estarás en un estado mental más relajado y tranquilo que te hará más difícil tomar decisiones viscerales inmediatas. Por contra, si comes de forma rápida y ansiosa tendrás más propensión al comportamiento visceral.

Por tanto si quieres cambiar tu forma de ser y pensar, ya sea de un modo radical o de uno más moderado en algunos aspectos de tu vida, empieza por cambiar tu comportamiento y empieza por algo sencillo y aparentemente irrelevante. Eso te hará más fácil el camino y podrás sumar pequeños éxitos.

A todo el mundo le gustan los éxitos personales.

Haz como esa persona que se esforzó durante semanas por comer de forma lenta y pausada y esfuérzate en hacerlo en aquello que te interese.

Si eres una persona fumadora te comportarás y pensarás como tal, si eres una persona procrastinadora, si eres de las que siempre llegan tarde, si compras de forma compulsiva, si juegas demasiado a consolas o juegos de ordenador, si te cuesta estudiar o si gritas a todo el mundo te estarás comportando como lo hacen ese tipo de personas.

Pero no te agobies, todo el mundo tiene sus demonios y yo el primero. Hace ya bastantes años, yo era el tipo de persona que conducía de forma agresiva y a gran velocidad. Entonces apareció algo llamado carnet por puntos y se obró la magia. El sistema de puntos no hizo nada en sí mismo, pero hizo que me esforzara en no perderlos, por lo que a día de hoy mi forma de conducir es muy diferente. ¿Puedo recaer en el exceso de velocidad? Ya lo creo, porque me gusta mucho la velocidad.

Recientemente, hace muy poco de hecho, tras una quedada de medio día con amigos me pregunté: ¿por qué bebo alcohol? Obtuve respuestas que no me convencieron de que beber alcohol fuese bueno para mi y sin siquiera pensarlo mi subconsciente se puso en contra del alcohol. Ahora soy de esas personas que beben cervezas 0,0 ¿Puedo recaer? Claro, hay muchas bebidas con alcohol que me gustan mucho, como el buen vino que ya no bebo y sigo teniendo en mi casa para las visitas.

La diferencia al igual que con la velocidad la hace mi gran fuerza de voluntad.

Ahora podrás pensar que tu no tienes tanta, pero ¿de verdad crees que somos tan diferentes? O ¿puede que yo piense y me comporte como las personas que tienen mucha fuerza de voluntad?
Sobre la fuerza de voluntad hablaré en otro episodio, ya que es un campo que interesa a todo el mundo.

Para ir terminando te diré que la psiquiatría demostró hace mucho que esforzarse en tener buenos modales y dirigirse a extraños o a conocidos de forma amable y pausada baja los niveles de agresividad de forma considerable. Construir y mantener ese hábito de buenos modales lleva un esfuerzo inicial que rápidamente da sus frutos y termina por formar parte de nuestra forma de ser, es decir de nuestra personalidad.

Y como nuestra forma de ser influencia al comportamiento de quienes se relacionan con nosotros, si hacemos los cambios oportunos ejerceremos una poderosa influencia positiva sobre nuestras vidas. Así que ¿a qué esperas para iniciar tu cambio?

Por ejemplo, pocas personas ex fumadoras se dan cuenta de los cambios dentro de su comportamiento que han tenido lugar por el mero hecho de dejar de fumar. Pero en realidad mantener el hábito de no fumar se debe a un cambio de hábitos. Muchas veces se dan cuenta de ellos con el tiempo, por comparación, pero rara vez justifican esos cambios con la pérdida del tabaquismo.

Recuerda esto, cada hábito importante influencia a todos los demás.

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Sergio Álava
Sergio Álava

Experto en comportamiento
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